Las sociedades necesitan de la participación de todos para enfrentar las debilidades y eventos que puedan ocurrir, es importante resaltar que cada persona desde su trinchera debe aportar sus conocimientos y esfuerzos para viabilizar los problemas personales, sociales y hasta naturales que se le pueda presentar y buscar soluciones individual y/o colectiva, dependiendo del evento



CRUZ BALOY PINO P.











martes, 8 de junio de 2010

LA SOCIEDAD Y EL CONSUMO
por: CRUZ BALOY PINO
El consumo es el uso de bienes o servicios para la satisfacción directa de una necesidad humana. Se consumen bienes no duraderos (alimentos, bebidas, medicinas, etc.) y servicios, prestados por personas (promotora o la modista) o por bienes duraderos o de inversión (el coche, la vivienda o el televisor). Es discutible si se “consumen” también otros atributos de los bienes o servicios, como su nacionalidad, su precio, el prestigio que proporcionan, etc. A veces se considera que la compra de un bien es ya consumo, quizás porque no se pretende ni almacenarlo por mucho tiempo (caso de los alimentos) ni revenderlo (p. ej., los vestidos), o porque nos fijamos exclusivamente en el flujo de servicios que esperamos nos proporcione (si es un bien duradero, como un automóvil o un electrodoméstico).

El consumo se justifica como fuente de bienestar, que, a su vez, se conecta con la satisfacción de necesidades: alimento, vestido, descanso, seguridad, cultura, etc. Es también una fuente de satisfacción o placer, precisamente por su condición de satisfactor de necesidades. Pero va aún más allá, porque el hombre es un ser de dimensiones múltiples y capacidades en cierto modo infinitas, para el que el consumo es fuente u origen de nuevas necesidades, ocasión para su desarrollo personal, y medio para la adquisición de hábitos (operativos, intelectuales y morales) y para la consecución de su plenitud o felicidad. Es obvio, por tanto, que el consumo no es una actividad indiferente, sino de profundo contenido cultural, antropológico, social y ético. Sería un error, sin embargo, atribuir sólo al consumo el placer, la felicidad o el desarrollo personal: el hombre aprende y mejora también con el dolor y la contradicción, con el trabajo (intelectual o manual) y con el ocio, con el esfuerzo, con la vida de relación y en todas las parcelas de su existencia. La maximización de una función de utilidad en términos de bienes y servicios consumidos (y, en su caso, de ocio) a la que nos tienen acostumbrados los manuales de economía, como expresión de los objetivos de una persona es sólo una simplificación útil, pero incompleta.

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